Una invitación a ver la vida con optimismo, responsabilidad y sentido trascendente -comoquiera se entienda esta palabra- a la vista de la realidad cotidiana:verdad y falsedad, justicia y opresión, encuentro y desencuentro.
“¿Tu
verdad? No, la Verdad,
/ y ven conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela.”
Antonio
Machado
Algo duro don Antonio. Sepamos comprenderlo: En su tiempo aún no habían cundido el pensamiento débil y la verdad relativa. Hoy sí, y no sé si celebrarlo o ponerme a llorar.
Verdades en pugna.
(Diálogo de sordos en el fin del
mundo)
Dos filósofos del estaño
discuten sobre cuál es la verdad verdadera, en un bar del fin del mundo. Han
pasado unas cuantas horas y unas cuantas copas polemizando sobre la verdad, pero
no logran ponerse de acuerdo. Uno cree que si la verdad es la verdad de todos,
no es verdad; el otro, que si la verdad es sólo personal, no es verdad. Yo los
escucho con curiosidad por saber si logran sacar algo en limpio.Aquí te cuento lo que están diciendo. A uno
llamaré “El relativista”; al otro, “El absolutista”. El relativista: Ser relativista es muy piola, che. Intentálo. No hace
falta que te hagás problema por averiguarsi algo está
bien o está mal en la realidad objetiva —que vaya uno a saber cuál es, si es
que la hay—, sino si a vos te parece bien o no. Por ejemplo, si tenés ganas de
violar a una mujer, basta que vos lo veas bien y ya está; estás habilitado.
Nadie puede juzgarte, porque tu verdad
es la que vale para vos.
El absolutista: Pero che,
todo el mundo condena la violación. Por algo debe ser.
El relativista: Los demás que piensen lo que quieran. Si creen que
nunca deben violar a una mujer, pues que no lo hagan. Pero no por eso van a ser
mejores que vos. Nada más serán distintos. Y entre diferentes lo que
corresponde es la tolerancia, no la descalificación o la condena en nombre de
no sé qué principio absoluto. ¿Por qué va a prevalecer el criterio de los demás por sobre el tuyo, si
no hay un criterio patrón con que medir los criterios de cada uno?
El absolutista: ¿Te parece, che?A mí me parece que una cosa es la realidad y otra cosa son las opiniones
de cada uno. La violación es un mal real, no una acción ni buena ni malacuya índole moral dependa de la mirada del
sujeto. Las opiniones no pueden cambiar la realidad. Quienno vea que la violación es un mal real,
simplemente es un obtuso moral.
El relativista: ¿Por qué va a ser la violación una realidad mala
independientemente de quien la juzgue? ¿En
qué entidad real radica su maldad?
El absolutista: En que es un
daño físico y psicológico que un individuo le hace a otro.
El relativista: ¿Y por qué dañar al otro va a ser intrínsecamente
malo? La bondad o maldad depende de la intención del sujeto y de la situación.
Según las circunstancias, dañar a otro puede ser bueno. Un cirujano que corta
la pierna gangrenada deun sujeto realiza un acto de bondad. Ya ves, la bondad
es relativa a la situación.
El absolutista: Admito que me
expresé mal. Quise decir que la inmoralidad de nuestros actos consiste en
destruir la subjetividad del otro. Por ejemplo, la violación significa tratar
al otro como una cosa, como un útil para mi placer, agraviando su dignidad y su
libertad.
El relativista: Mirá, yo creo
que no hay realidades malas o buenas. La realidad es lo que vemos y ni yo ni
nadie vemos la maldad ni la bondad de los actos humanos, sino sólo su realidad
física. Los calificativos de bueno o malo son sólo expresión del agrado o
desagrado que tales actos nos causan. Cada quien lo siente distinto, por eso la
bondad o la maldad es relativa al sentir de cada sujeto.
El absolutista: Te concedo
que la realidad es lo que vemos, pero lo que vemos no es sólo su realidad
física, sino también la realidad ideal y la axiológica. Para ello estamos
dotados de sentidos, inteligencia y sensibilidad o intuición emocional. Por la
sensibilidad vemos los valores de las cosas, su hermosura, su bondad o su
maldad etc. Frente a los valores morales esa sensibilidad se llama conciencia moral.
Así como se cultiva la conciencia intelectual para que sepa ver la idealidad de
las cosas naturales, se puede y se debe cultivar la conciencia moral para que
sea más sensible a la calidad moral de las acciones humanas. La calidad moral
de las acciones es siempre la misma; lo que varía de sujeto a sujeto es la
capacidad de su conciencia. Sucede como con las matemáticas: sus teoremas son
inmutables y unívocos, pero la comprensión de tales teoremas varía de sujeto a
sujeto según la capacidad de su inteligencia.
El relativista: La sensibilidad no puede ver lo que no hay en las
cosas. Es meramente una reacción afectiva de cada sujeto frente a situaciones
de la vida. Nos gustan o no nos gustan ciertas cosas y, como dicen, sobre
gustos no hay disputa
El absolutista: Decíme, flaco, Hitler hizo matar a seis millones de
judíos. ¿Cómo te impresiona a vos? ¿Lo sentís como agradable o como
desagradable? ¿Te gusta o no te gusta?
El relativista: Lo siento como horroroso, pero no tengo derecho a
juzgar a Hitler porque no sé cómo lo sentía él. De hecho, hay quienes aplauden
tal matanza.
El absolutista: ¿Y por qué te parece que casi toda la humanidad la
siente como horrorosa? ¿No será porque el hecho mismo de esa matanza es una
realidad espantosa que causa sentimientos
de horror a quienquiera que tenga noticia de lo ocurrido?
El relativista: No todos lo
sienten así. Ya te dije: Hay quienes levantarían un monumento en honor de
Hitler. Quiere decir que la “espantosidad” de sus acciones no es una realidad
tangible.
El absolutista: Es que la percepción del bien o del mal de las
acciones humanas requiere tener una conciencia cultivada, tanto o más cultivada
que la conciencia intelectual. Si esos admiradores de Hitler reflexionaran tal
vez verían la perversidad de la “limpieza étnica”.
El relativista: ¿Ver la perversidad? Eso parece platónico. Como si
la perversidad fuera una entidad fantasmal, un espectro, que podemos alcanzar a
“ver”. ¿Quién ha visto alguna vez a la perversidad?
El absolutista: ¿Y quién ha
visto alguna vez a la ley de gravitación? No la vemos, pero sabemos que es algo
real ¿Alguien alguna vez vio las leyes de la estática? No. Pero si un
constructor de puentes no las tuviera en cuenta, correría el riesgo de ver su
puente derrumbado. Lo mismo sucede con los valores morales que califican a las
personas. No los vemos ni los tocamos con los sentidos corporales, pero los
vemos con los ojos de la sensibilidad, metafóricamente, con los ojos del
corazón o intuición emocional. El corazón no crea el valor, sólo lo aprecia,
como el ojo no crea la luz, sólo la ve. Porque tenemos corazón, sensibilidad,
el mundo puede desplegar ante nosotros su concierto de valores, como la luz nos
puede ofrecer su espectáculo de colores porque tenemos ojos para verlos. A la
inversa, porque el mundo es valiosonosotros podemos sentir amor, aprecio,
arrobamiento, éxtasis…
El relativista: No es lo mismo. Las leyes físicas operan en el mundo
físico, lo cual no sucede con las leyes morales, que sólo operan en la conciencia de los sujetos.
Las leyes físicas determinan a las cosas reales de modo inexorable, unívoco y
universal;las reglas morales, en
cambio,exigen a cada sujeto de modo distinto, o exigen acá pero no exigen
allá. Por eso cada uno tiene una opinión distinta de qué es perverso y en qué
medida lo obliga.
El absolutista: La obligación moral es una experiencia universal de
los seres humanos; puede variar su contenido pero todo sujeto normal se siente
obligado por algunas cosas que exigen ser respetadas. Esta universalidad ha de responder
a algo real. Ha de haber algo en ciertas acciones que suscita el mismo rechazo
en todos los seres humanos. Por ejemplo, ha de haber algo disvalioso
objetivoen el mentir quemotiva su rechazo universal. Es su valor
moral, que es tan objetivo como su realidad física.
Te cuento: Los muchachos
siguieron discutiendo hasta que el bar cerró y nos tuvimos que ir a casa, sin que
los contendientes alcancenel mínimo
consenso. Quedaron en seguir la disputa otro día, para ver si logranencontrar la quinta pata al gato. Cuando suceda te cuento.
“De qué le sirve al hombre
ganar todo el mundo si al final desperdicia su vida" Jesús de Nazaret
“Vivir se debe la vida de tal
suerte que viva quede en la muerte" Teresa de Avila
De mis años
de niño me han quedado algunas imágenes grabadas en la memoria. La más
vivaes de una cruz de madera clavada en el patio de tierra
de una capilla de suburbio. En el travesaño, pintada con letras grandes y bien
visibles, una leyenda llamaba la atención de los transeúntes con una frase que sonaba inquietante."Salva tu alma", decía.
Yo no sabía
qué significaba eso de "salvar" y menos aún la palabra "alma". Pero luego me
contaron que además de un cuerpo tenemos un alma, que ésta es espiritual, que
no muere jamás yque luego de la muerte
del cuerpo tiene dos destinos posibles por toda la eternidad: salvación o
perdición, eternidad feliz o desgraciada, según cómo uno haya vivido la vida.
Aquellas
primeras exhortaciones y enseñanzas
dejaron en mí una convicción que no me ha abandonado a lo largo de los años:
que la salvación del alma es la más importante tarea que se debe atenderen la vida y que esa salvación depende de uno mismo; que todo otro proyecto debe subordinarse a éste y que lo más sensato es consagrar la vida a conseguir ese tesoro.
El problema era saber cuál es el camino, porque hay muchas formas de vivir la vida y no sabía bien cuál era la conducente a lo que yo pretendía. Con todo empeño ensayé varios derroteros espirituales, pero en ninguno encontraba un camino de salvación. Con todo, no me daba por vencido: Viví entre monjes, viajé a lejanos conventos, escuché coferencias de gurús orientales, escudriñé los libros sagrados de una y otra religión, leí filosofías de todo tipo y sólo logré una terrible maraña de opiniones que me dejaron totalmente confundido.
Pero como no hay mal que dure cien años un día descubrí que el camino que estaba buscando era muy sencillo. Lo encontré en las palabras que el evangelio de Mateo atribuye a Jesús de Nazaret: "Ven, bendito, a recibir el premio que mereces por tu vida. Porque tuve hambre, y me diste de comer;tuve sed, y me diste de beber, estaba de paso, y me alojaste; desnudo, y me vestiste; enfermo, y me fuiste a ver; preso, y me visitaste".
Allí también leí que si dedicaba mi vida a salvar mi alma, la perdería. Que debía descentrarme y olvidarme de mí y concentrarme en la salvación de los demás, en el orden terrenal como en el celestial. Me empeñé entonces en negarme a mí mismo y consagrarme a la felicidad del prójimo, pero no lograba despojarme del egoísmo, que me acompañaba como mi sombra en todo lo que hacía.
En eso andaba cuando me di cuenta de que mi camino de salvación era compartido por muchos hombres y mujeres de
buena voluntad que no profesaban fe religiosa alguna. Para ellos Dios, alma inmortal, vida eterna, salvación y perdición son palabras que no tienen significado. Sin embargo, demostraban la misma consagración a la promoción de los más necesitados que los creyentes en alguna religión; el mismo compromiso con la lucha por la dignidad humana, o mayor aún. Evidentemente no los impulsaba ninguna aspiración a una vida trascendente, pero debía haber algún valor superior a ellos mismos que justificara el sacrificio de sus vida. En ese valor que daba sentido a sus actos debía radicar su salvación
Comencé entonces a pensar en la salvación de los seres humanos que no tienen fe en la vida eterna pero creen que hay ciertos valores que llaman a empeñar la propia vida. Lo que te cuento aquí es lo que he alcanzado a barruntar sobre el tema, sin ser un entendido ni mucho menos. No pretendo más que expresar mi parecer, tal
vez una burrada. Me animo a hacerlo porque sé que cuento con tu benevolencia.
¿Qué puede significar "salva tu alma" para aquel que no tiene fe en la vida eterna?¿De qué tiene que
salvarse? ¿Cuál es el bien supremo a alcanzar que lo justifica ante sí mismo?
Salvarse
significa librarse de la posibilidad de sufrirun mal terrible. ¿Cuál sería ese mal del que habría que librarse para
salvar la propia alma, en términos puramente seculares?
Permíteme anticiparte mi opinión: Ese mal terrible sería la frustración total del alma. El bien supremo consistiría en la plena realización de la propia humanidad. A ver si lo alcanzo a exponer claramente.
Desde un punto de vista secularizado no corresponde decir que el alma sea una entidad que pueda tener una existencia separada del cuerpo, como lo creen el platonismo y las religiones. Desde ese punto de vista y siguiendo en esto a Aristóteles, diría que alma es aquello que constituye
esencialmente a los seres humanos,diferenciándolosde los demás
animales. En consecuencia, todo ser humano es materia y alma. El alma
es lo que hace que el cuerpo del hombre no sea puramente animal.
Pero el alma así entendida no es una realidad
dada de manera completa al ser humano desde que comienzasu vida, sino un talento a cultivar, una
potencia o capacidad de ser que uno puede realizar o dejar de hacerlo. Sucede de modo semejante a un hombre que viniera al mundo congran capacidadde violinista. Si se ejercita, puede llegar a serlo en forma eminente. Si, por
el contrario, deja enterrada esa capacidad, por indolencia o desinterés, quedará estancado en violinista mediocre.
Uno es ser
humano desde que es concebido, pero lo es sólo como composición de realidad y posibilidad. Esa posibilidad
necesita ser llevada a cabo por la persona misma, no se realiza espontáneamente.
Si la persona no se ocupa de concretarla, quedará en posibilidad, pero posibilidad
frustrada.
Perder el
alma es, entonces, malograr la posibilidad de llegar a ser un ser humano de
excelencia y quedar estancado en un ser humano pequeño y miserable. Es malograr el talento más importante con que hemos venido al mundo: nuestra propia humanidad. ¿Cuáles son
las conquistas que al cabo de sus días hacen que un ser humano pueda sentir que ha alcanzado la salvación terrenal?
Hay muchas
opiniones al respecto. Hay quienes piensan que la propia salvación depende de haber logrado poder, o amores, o riqueza, o
fama, o aplauso, o cargos honorables…Yo tengo mi opinión. Te la cuento sin ninguna
pretensión de originalidad ni mucho
menos.
No creo que dependa de los éxitos en aspectos secundarios de la persona, como ser la realización profesional, o económica, o amorosa, o política, etc. porque son aspectos parciales de la vida y aquí de lo que se trata es de la realización de la persona humana como tal, es decir, de lo que constituye su núcleo esencial y cuyo fracaso invalida todos los éxitos en los aspectos parciales y cuyo buen resultadoresta toda la importancia que puedan tener los fracasos en tales aspectos.
Voy a
seguir la huella de Aristóteles: de la experiencia a la idea. No haréun recorrido por las teorías sobre la
cuestión, sino que trataré de ensayar una respuesta a partir de los casos de
personas concretas que me han impresionado como hombres y mujeres ejemplares en
humanidad. No porque me parezca inadecuado el otro método,sino porque no me siento capacitado para
hacer ese tipo de recorrido.
¿Qué
personas concretas representan para mí ejemplos de vidas realizadas, que han alcanzado la salvación en la tierra y por qué?
Creo que
Luther King es un ejemplo de vida realizada.
¿Por qué? Porque dedicó su vida a luchar por
la libertad y la felicidad de los oprimidos en su país. Al margen de los
resultados de su lucha, que sin duda han sido importantes, vale el propósito
que lo alentó: la intención de hacer justicia al pobre. Supo ser fiel al
llamado de su espíritu cristiano que lo animaba a imitar a su dios, aquel dios que
mereció el elogio del profeta: “Se yergue nuestro dios en la asamblea de los
dioses para hacer justicia al pobre”
Creo que
Iqbal Masih es también un ejemplo de vida realizada
¿Por qué?
Porque entregó su juventud a la causa de los niños esclavos en Pakistán a pesar
de las asechanzas de los explotadores, que acabaron con su vida. Corta pero
magnífica vida. Gracias por tu ejemplo, Iqbal
El doctor Laureano
Maradona es un ejemplo de vida realizada
Porque
dedicó su vida a la atención de los pobres más pobres: los indígenas de una de
las zonas rurales más remotas de Argentina. Pudo tener una carrera brillante de
médico de ciudad, pero eligió ser humanitario, logrando así una vida de
excelencia, a mi juicio.
El doctor
Henri Dunant es un ejemplo de humanidad
Porque se
compadeció de los heridos en las guerras y catástrofes y dedicó su vida a
aliviar sus dolores, creando para ello la Cruz
Roja.
El padre
Luis Orione es un ejemplo de vida bien lograda.
Porque se
consagró por entero a la atención de todos los que tuvieran un dolor o una
necesidad, creando innumerables instituciones humanitarias en todo el mundo. No son los únicos. Podríamos añadir muchísimos otros nombres ilustres y una legión de hombres y mujeres desconocidos que han hecho del don de sí mismos la norma de su vida. Gracias a ellos la humanidad no ha desaparecido de la faz de la tierra.
¿En qué
coinciden estos campeones en humanidad?A
mi juicio, en que supieron consagrarse al bien de los demás, socorriendo a lospobres, los oprimidos y los excluidos y sacrificando su vida personal por ellos. Todos ellos
perdieron su vida, porque dejaron de lado sus gustos,sus intereses y sus afectos. Murieron muchas veces, pero triunfaron como seres humanos.
No importa si fueron creyentes o materialistas. Lo decisivo es que supieron consagrar su vida a la salvación de los demás, en cualquier aspecto en que el prójimo necesita ser salvado
Y creo que todos ellos, creyentes, agnósticos o ateos, salvaron sus almas de la muerte definitiva porque no eligieron salvarse a sí mismos aunque les costara mil muertes en la vida presente.
Gracias por
tu amable atención.
Raul Czejer
No te salves.
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Cuando comenzó a cantar el gallo me di cuenta con alivio de que llegaba la
madrugada. El tiempo estaba muy pesado y no me había dejado dormir. No bien el
animalejo acabó de ejecutar su concierto, un estallido de luz iluminó la
estancia y al momento el retumbar de un trueno rodó por la bóveda del cielo.
—Parece que va a llover —pensé sin mucha
imaginación.
Miré porla ventana hacia el campo iluminado a intervalos imprecisos y vi que se acercaba un frente de tormenta. Negras
nubes encendidas de relámpagos presagiaban un temporal.
—Debe ser Santa Rosa —diagnostiqué, sumándome a la
creencia popular, por pura rutina, nada más.
No bien había asegurado puertas y ventanascuando el viento del sudoeste golpeó con violencia la
casa haciendo tremolarlas chapas del
techo como queriendo arrancarlasde las clavaduras,
silbando en las rendijas y agitando de un lado a otro las ramas de los sauces del
patio trasero.
—Esel
pampero. Si llueve mucho el arroyo va desbordarse y me será imposible atravesarlo —pensé. Era
evidente que no podría ir al pueblo porque corría el riesgo de no poder
retornar.
Volví a la cama para esperar que
amaneciera. No bien me acosté, sentí el tamborileo de gruesas gotas sobre el
techo de chapas
—¡Qué placer escuchar el sonido de la lluvia! —exclamé y me
dispuse a disfrutar del momento que me regalaba la primavera, ese año excesivamente
lluviosa, a causa de la corriente de El Niño, según decían los pronosticadores
en los medios.
—Tal vez llueva todo el día, así que voy a
aprovechar para holgazanear un rato. Un poco de ociosidad me
va a venir bien —me dije complaciente conmigo mismo, cosa fácil para mí, como
para la mayoría de los mortales, sospecho.
De pronto ladró el perro, que dormitaba
vigilante bajo el alero del frente. Al instante cantó el tero y supe que
alguien estaba cerca de la casa. Era raro. La casa estaba lejos del pueblo, más
allá del arroyo, donde casi todo era baldío y sólo se veía uno que otro rancho
aquí y allá, recostado en algún espinillo retorcido. Yo me había refugiado allí
para poder hacer lo mío sin que nadie me moleste, harto de la competencia y de la
guerra de todos contra todos en la ciudad. No tenía relación con los escasos vecinos ni me interesaba
tenerla. No quería problemas. El más cercano vivía como a trescientos metros y
era para mí un perfecto desconocido. Yo tenía la convicción de que el infierno eran los otros, así que no quería
vínculos con nadie y seguía el consejo de Martín Fierro: “Su esperanza
no la cifren nunca en corazón alguno. En el mayor infortunio pongan su confianza
en Dios. En los hombres, sólo en uno, con gran precaución en dos”. ¿Misantropía? Tal vez, pero mi
experiencia me decía que cuanta más cercanía, más oportunidad de conflictos con
los demás, más roñas y pendencias. Adhería sin crítica al juicio de Séneca, que en un rapto de cinismo
confesaba: “Vuelvo más avaro, más
ambicioso, más sensual, aún más cruel y más inhumano, porque estuve entre los
hombres”. Pero desde aquel entonces ha pasado mucha agua sobre mí.
—¿Quién será a estas horas? —me dije cuando oí
que alguien golpeaba las manos
Me vestí como pudey miré por la ventana. La lluvia arreciaba y
el viento arrachado pugnaba por volar todo en su loca carrera. A duras penas
pude distinguir una figura borrosa en la espesura de la noche. Era una sombra
sin rostro que seguía golpeando las manos frenéticamente junto a la tranquera.
—¿Quién es? —grité para hacerme escuchar en el
fragor del temporal.
—Soy el vecino —dijo la sombra a voz en cuello.
Un relámpago corrió por un instante el velo de
tinieblas y alcancé a ver la cara de un
hombre. Era como un espectro en el escenario fantasmal del campo.
—¿Qué pasa? —pregunté intrigado por lo inusual
de la hora.
—Sucede que mi mujer está por dar luz y no
puedo llevarla al pueblo porque no tengo cómo hacerlo.
—¿Y yo qué puedo hacer? —pregunté disimulando
mi fastidio.
—Si me ayuda, entre los dos podemos asistirla
en el parto —respondió el vecino.
—¡Huy, no! Yo no sé nada de partos —mentí,
porque algo sabía del tema. La razón verdadera era que no quería involucrarme
en problemas que no me concernían y perder así mi momento de placer.
—Cuatro manos pueden hacer más que dos, aunque
sepamos poco —me contestó con lógica de hierro.
—¿Qué le digo a este tipo? Ya sé: Le haré una
propuesta loca que no podrá aceptar —me dije,creyéndome un gran estratega.
—¿Y si intentamos llevarla al pueblo? Si le parece,
preparo ya mismo el sulky —propuse, esperando que lo creyera una locura y me
dijera que no, por la furia de la tormenta.
—Bueno. Voy a avisarle, así se queda tranquila.
Lo espero. Gracias compadre —aceptó dejándome sin excusas.
—Sonamos. Hasta me llama compadre —pensé entre malhumorado y risueño---. Adiós
mi dormir al arrullo de la lluvia. “Nunca faltan encontrones cuando un pobre se
divierte”—refunfuñé repitiendoa Martín Fierro.
Resignado a mi mala suerte y renegando de mí
mismo preparé el sulky como para afrontar la lluvia
y salí.
—¡Qué lío! ¡Quién me habrá mandado a ofrecerme
para llevarlos! —pensé enojado conmigo mismo. Pero la mano ya estaba en la
trampa y no había más remedio que aceptar la realidad.
Cuando llegué a la casa del vecino ya me
estaban esperando. Acomodamos como se pudo a la mujer en el carruaje y partimos
sin demora, adivinando la huella a la luz repentina de los relámpagos. Por
suerte faltaba poco para el amanecer.
El camino era un barrizal resbaladizo pero como
no era muy transitado se podía recorrer sin mucho problema. El problema era el
viento y el arroyo amenazante.
Llegamos al arroyo cuando aún no había
desbordado y podíamos vadearlo con alguna precaución. La corriente ya era
intensa y pugnaba por arrastrar el carruajelanzando al agua a los temerarios pasajeros. Como no podía fallar, se
cumplió la ley de Murphy: en medio del arroyo una ráfaga de viento venció la
precaria estabilidad del sulky inclinándolo peligrosamente y arrancándole la
capota, que desapareció al instante en la vorágine del río. Yo viajaba en el
pescante; no alcancé a sostenerme para
evitar la caída yfui a dar con mi
osamenta en el arroyo. Por suerte pude asirme de unos arbustos evitando que la
corriente me arrastrara. Pero mi situación era precaria y no podría resistir
mucho tiempo. Mientras tanto el vecino se desesperaba por sacar el sulky del agua embravecida. La rama
se rompió y sentí que me hundía. “Es mi fin”, me dije y me abandoné a la fuerza
del destino. De pronto, cuando ya todo parecía perdido sentí que alguien me
tiraba con fuerza del cabello. Abrí los ojos y vila orilla barrosa y una cara que me miraba
preocupada. Era mi vecino, que había acudido
a socorrerme. Gracias a él estoy vivo.
No sé si por el susto o porque había llegado la
hora, la mujer comenzó a tener trabajos de parto. Era evidente que no alcanzaríamos
a llegar al pueblo antes de que naciera la criatura.
Volvimos al carruaje y nos dispusimos a
afrontar lo que viniera. Le dije al vecino que manejara mientras yo me ocupaba
del parto. No habíamos andado unas cuadras cuando se produjo el alumbramiento. Con
lo poco que sabía me las arreglé para ayudar a la mujer; por fortuna todo sucedió como la naturaleza lo
tenía programado. Era un niño. Berreaba como si lo estuvieran matando. No era
para menos. Llegaba al mundo de los hombres en medio de un temporal y bañado
por una lluvia impiadosa.
Llegamos al pueblo cuando ya era de día y nos
dirigimos al hospital.Me llamó la
atención el inusual vacío de las calles. Todo estaba cerrado y en silencio.
Llegamos
al hospital: cerrado. En una de las puertas un cartel nos informaba la razón: “Paro
general. Sólo se atienden emergencias por guardia”. Era un cartel mentiroso,
porquela guardia estaba desierta.
—Sonamos —le dije a mi vecino—. ¿Y ahora qué
hacemos?
—Hay un sanatorio en la calle central. Tal vez
ahí nos atiendan —contestó.
Hacia allá nos dirigimos. Por suerte estaba
abierto. Nos atendió una recepcionista con cara de “¿tan temprano vienen a
romper?”.
—¿Cobertura? —preguntó y comenzó a limarse las
uñas con la seguridad de que no había tal cosa.
—Sí —contestó el vecino—. La traigo tapada con
una frazada.
—Le pregunto si tiene seguro social.
—No; trabajo por cuenta propia.
—La atención cuesta quinientos pesos.
—Sólo tengo cincuenta que me pagaron por un
trabajito de jardinería —dijo el vecino
—Entonces no la podremos atender —respondió
como si fuera una computadora.
—Un momento. Yo me haré cargo de los gastos
—tercié en la conversacióny me asombré
de lo que estaba diciendo.
—Son quinientos por la consulta y quinientos
más como garantía por si hay que internarla algunosdías —dijo la fulana como quien recita una
letanía.
—Le pago quinientos y voy al banco a buscar los
restantes. Tardaré un rato.
—No puede ser, porque hoy no hay bancos, por
huelga —dijo con indiferencia.
—Le pago con tarjeta de crédito o de débito, la
que prefiera.
—No es posible. Se cayó el sistema y los
técnicos están de huelga.
—Le dejo en garantía este reloj que vale mucho
más de quinientos pesos.
—No soy tasadora de relojes ni estoy autorizada
a tomar objetos en garantía— objetó con frialdad y siguió limándose las uñas.
—A esta mina le emboco un sopapo en cualquier
momento —pensé, pero me contuve y ensayé una nueva propuesta.
—¿Qué le parece si voy a buscar los quinientos
pesos a mi casa? Tardaré un rato largo. Mientras, atiendan a la señora. Le doy
mi palabra de que tendrán su dinero.
—Bueno, pero me tiene que firmar un pagaré.
Cuando usted pague, se lo devuelvo.
Firmé el documento y salí al viento y a la
lluvia. Fui hasta la casa y volví con los benditos quinientos pesos. Una vez
que había pagado, la fulana me informó que la vecina debía quedar internada
porque había peligro de infección, dadas las condiciones del alumbramiento.
—Chau quinientos pesos —pensé con resignación y
sin lamentos. Ni yo podía creer lo que estaba haciendo.
Pasé a saludar a los vecinos y a ofrecerme para
trasladar a la familia de regreso a su casa cuando le dieran el alta a la
señora.
—Gracias, amigo. Le avisaremos. Por mi parte, cualquier
cosa que necesite, dígame nomás — ofreció
el vecino—. Yo me llamo Juan y mi mujer, María. Gracias por todo.
—No fue nada. Gracias a ustedes por confiar en
mí aunque no me conocieran. A propósito, yo me llamo José.
—Lo conversé con mi mujer y nos gustaría que
saliera de padrino. ¿Qué le parece?
—Con mucho gusto, Juan. Tendré que aprender el
oficio.
Volví a la casa al tranquito del caballo. Me
sentía raro. ¿Era yo el que había hecho todo eso? Sentía que algo, no sabía qué en ese momento, estaba
cambiando.
El temporal había cesado y el sol volvía a
brillar en el firmamento.
"Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino
la indiferencia de los buenos” Martin Luther King
Un día de esos en que lo inspiraban la
genialidad y el delirio, Nietzsche proclamó la muerte de Dios a manos de los
hombres y desató una caza de brujas que aún perdura. “Mueran los ideales. Viva
el mundo real”, fue su lema y su programa. A la cabeza de una horda de
abolladores de quimeras, no dejó títere
con cabeza y abolió el mundo del más
allá, decretando que la única realidad es el mundo y la vida del más acá.
El “efecto Nietzsche” produjo una legión de
corifeos que se dio a repetir sus ideas interpretándolas y aplicándolas como se
le ocurría a cada uno y según su conveniencia. Uno tras otro fueron cayendo los
ídolos con pies de barro con que se había ilusionado la modernidad que
suplantaría al dios ya muerto: la patria, la ciencia, el progreso, la revolución,
el socialismo, la democracia, la justicia, el deber, los principios, los
derechos humanos…Hoy se ha acabado la orgía deconstructora y ya no queda nada
en pie. Ya no hay ideales que justifiquen la vida y los hombres se
encuentraninmersos en un nihilismo sin
precedentes. ¿Cómo hacer, entonces, para ser feliz, si ya no hay nada que
valorice la vida?
Antes de que apareciera el “loco de Turín”blandiendosu martillo deconstructor, los hombres se ilusionaban con un mundo
perfecto en el que no existirían las fealdades que hallamos en el mundo real y
en nombre de tal mundo perfecto condenaban la vida presente como rastrera e
indigna del hombre y la sacrificaban en su honor. Pero llegó Nietzsche e
instaló una nueva ilusión: Vivir la eternidad en esta vida.
“La vida tiene valor en sí misma y no necesita
nada de fuera de ella para justificarse”, nos diría Herr Nietzsche. Hay que
amar la vida como es. “Amar también lo feo, porque lo feo es necesario y es
parte de la vida real”, decía, y rechazaba todo juicio peyorativo sobre la
realidad emitido desde un punto de vista ideal.
Siguiendo las huellas del profeta de Turín,
André Compte Sponville nos aconseja “Esperar un poco menos, amar un poco más”: Amar
la realidad tal como es en el momento
actual, sin añorarparaísos perdidos ni
desear mundos mejores.Porque la nostalgia de lo que ya no es y el
anhelo de lo que aún no es nos dispersa en el tiempo y nos impide concentrarnos
en vivir a fondo lo que tenemos entre manos, que es sólo la realidad presente,
con sus luces y sombras.
“La vida es eso que pasa a nuestro lado
mientras estamos ocupados en otra cosa”, decía John Lennon. ¿Qué será esa “otra cosa”? Es estar ocupado en
luchar por utopías. Es negar la vida real en función de paraísos soñados. Es
despreciar y rechazar la vida tal como es, con sus fealdades y miserias y
aspirar a conjeturales nuevos cielos y nuevas tierras.
¿Suena
lindo, no? Pero sospecho que la serpiente acecha bajo las palabras bonitas.
¿Cómo le caería el consejo de amar la realidad
tal como es a aquel que padece hambre y miseria? Tal vez nos diría “Vení vos y
ponete en mi lugar. Después me contás si seguís pensando lo mismo”. No creo que
ni Compte Sponville, ni Nietzsche, ni Lennon, ni los antiguos estoicos
aceptarían dejar sus cómodas posiciones de burgueses satisfechos para abrazarse
con amor al espanto de la indigencia.
¿Qué habría pasado con la humanidad si desde su
aparición se hubiera ajustado al principio de amar la realidad tal como es? Se
me hace que todavía viviríamos en las cavernas y de la caza y la pesca. Porque todas las mejoras en las condiciones de
vida de la humanidad fueron anticipadas por la imaginación y el deseo de un
mundo mejor y realizadas por los hombres capaces de sacrificio por el porvenir.
Para vivir de la agricultura y dejarse de deambular de aquí para allá hubo que
aprender a transformar la realidad insatisfactoria y a tener esperanza en que
el futuro daría sus frutos. “Cuando siembra el hombre va llorando pero canta
cuando recoge la cosecha”, leemos en los salmos de la Biblia. Llora porque no sabe
cuál va ser el resultado de su sacrificio, pero tiene fe en la naturaleza de las
cosas y espera la recompensa por haber creído en el futuro.
Se me ocurre conjeturar, entonces, que la prédica postmoderna de amar la realidad
tal como es obedece al propósito inconfesado de desarmar los espíritus a fin de
que cesen los reclamos, los conflictos, las exigencias, las indignaciones y
acepte cada uno con alegría la suerte que le ha tocado.
O tal vez los espíritus se han desarmado por su
cuenta y lo que hacen los corifeos del postmodernismo es sólo levantar acta de
lo que pasa en nuestra sociedad decadente y presentarlo como lo que debe ser.
Dirían: “La gente ya no cree ni aspira a
mundos mejores, y es bueno que así sea, porque serán más felices”.
Si es verdad que la gente se ha bajado de los
grandes relatos y sólose dedica a
disfrutar la vida, ello se debe a lasdecepciones que le han propinado esos mismos relatos. Pero eso no significa que
todo relato deba ser decepcionante. La causa de la libertad y la felicidad de
los seres humanos siempre será justificadora de una vida dedicada a promoverla,
porque corresponde al deseo básico de todo ser humano. Pero la libertad y la
felicidad no se consiguen con el abandono de las causas nobles, porque así la
vida se queda sin sentido, y no es posible levantar el sinsentido mediante el
mero disfrute de las cosas lindas y la
resignación ante las feas.
Creo que esta valoración absoluta de la vida
tal como es significa otro ídolo con pies de barro que viene a reemplazar a los
valores derrumbados. Es sólo una nueva quimera. Porque la realidad es
totalmente insatisfactoria, salvo en unos pocos momentos de felicidad en que
parece que se abrieran las puertas del cielo. No por nada los hombres de todos
los tiempos aspiraron a un mundo mejor, en el más acá o en el más allá. Los que
creemos que debe ser en el más acá y en el más allá lo hacemos en vista de la radical finitud
del mundo y de la historia que no puede satisfacer la natural aspiración al infinito que alienta el corazón del ser humano.
Está reconocido por la filosofía de la
existencia que el hombre es esencialmente un deber que se cumple necesariamente. Ese deber consiste en crear un
mundo cada vez más humano mediante la realización histórica de los valores
trascendentes. Si por su decisión deja de hacerlo y se dedica a disfrutar la
vida, crea de todos modos un mundo, pero inhumano, porque deja que reine la
opresión o que los niños se mueran de hambre u otras canalladas por el estilo.
Si el hombre es esencialmente un deber, es
inmoralque pretenda vivir encerrado en
la realidad factual aceptándola tal como es, porque el deber del hombre es
hacer que algo valioso suceda en el mundo. Si se encierra en la realidad, deja
de lado su humanidad y se convierte en un cerdo contento con su chiquero.
Me parece que la propuesta de aceptar la
realidad tal como es se puede dar la mano con aquellos que dicen que la
historia se terminó. Ambas miradas son sospechosas de promover la aceptación
del estado de cosas flagrantemente injusto que significa la civilización
capitalista.
“El mundo que tenemos es el mejor de los mundos
posibles”, decía Leibniz. ¿Para qué andar imaginando cambios? Todo cambio sería
para peor.
Yo prefiero seguir el consejo de Francisco de
Asís: “Dame resignación para aceptar las cosas que no se pueden cambiar, valor
para cambiar las que se deben cambiar y sabiduría para distinguir unas de
otras”.
Gracias por tu amable atención.
Raúl Czejer
"Yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles", dice Antonio Machado. Su amor a los mundos ideales lo alentó a comprometerse con la lucha por el cambio de la realidad.
Y detener cada momento, parar el sol, parar el viento,
vivir aquí la eternidad.
Georges Moustaki :Canción “Le meteque” (versión en español)
Desventurado aquel que se inquieta siempre por el
porvenir
Séneca : Ensayo “De la
brevedad de la vida” Carpe
diem quam minimum credula postero Horacio : Poema “Carpe diem”
"Vive la vida de tal suerte que viva quede en la muerte"
Teresa de Jesús
Desde que
Horacio lanzó a rodar la frase “carpe
diem” ésta se viene repitiendo siglo tras siglo, interpretada de distintas
maneras según los contextos culturales. En nuestro siglo ha vuelto a tener
vigencia, formando parte de lo que se ha dado en llamar “mentalidad postmoderna”.
En su poema Horacio nos aconsejaba que no pretendamos saber
el tiempo de vida que nos resta, pues ello es imposible. Más sabio es
aprovechar cada momento del poco o mucho tiempo que nos otorgue el destino, viviendo cada día fugitivo como el último, limitando
nuestra esperanza al breve lapso de la vida y sin confiar nada al incierto
mañana.
Dicho de
otro modo: No sacrifiques el presente en aras del mañana, porque el mañana es
incierto y puede queno haya tal mañana o que nunca suceda lo que
esperas, o deseas, o temes.
Horacio
parafraseaba con palabras poéticas el consejo que estoicos y epicúreos —desde
perspectivas distintas— venían enseñando desde hacía dos o tres siglos y que él había aprendido durante su
educación en Grecia.
¿Pero qué
quiere decir Horacio con eso de “carpe diem”?
Según lo veo, caben dos interpretaciones. Por lo
general se ha entendido la palabra “diem” como referida al día que estamos
viviendo y “mañana”, a los días venideros. Pero es posible otra mirada. A ver si lo puedo
explicar.
“Diem”
también puede referirse a la vida presente, en contraposición a una hipotética
vida futura posterior a la muerte —en la que creemos muchos, por diversas
razones. Desde esta perspectiva, “carpe diem” significaría “aprovecha la vida presente
y no confíes nada a una incierta vida posterior”. En otras palabras: no
sacrifiques nada de la única vida que tienes en manos en aras de una conjetural
que vendría después de la muerte.
Esta interpretación parece plausible si
tenemos en cuenta el consejo del poema a que limitemos nuestra esperanza al
breve lapso de la vida. Por otra parte, la filosofía de la finitud de la
existencia que Horacio profesaba, en la quehabía sido formado por los epicúreos en Grecia, nos autoriza a pensar
que el poeta se estaba refiriendo a la vida terrenal —la única en la que él
creía— y no al mero día presente.
Permíteme
un breve comentario sobre cada una de estas dos interpretaciones.
Si la entendemos de la primera forma, la frase
es sugerente y tentadora, porque nos invita a vivir cada día de la vida como si
fuera el último, sin inquietudes ni proyectos para los días
venideros que nos distraiga de lo que tenemos entre manos
Curiosamente
el consejo de Horacio concuerda de alguna manera con una de las enseñanzas de
Jesús: “No se preocupen por el mañana”, decía el maestro de Galilea.
Pero uno y
otro hablaban desde mundos espirituales
distintos.
Jesús no se
preocupaba por el mañana porque ponía toda su confianza en Dios y sabía que de
él sólo le vendría lo mejor. Jesús está convencido de que el futuro es el
tiempo de la justicia, que los hombres de buena voluntad van construyendo desde
el presentey que Dios llevará a su plena realización. Por eso no tiene que preocuparse por lo porvenir. Su futuro es el
tiempo del triunfo del bien sobre el mal en el mundo definitivo.
Horacio, en
cambio, imbuido del materialismo epicúreo, carece de perspectiva trascendente y está encerrado en el tiempo actual
como única realidad. Nos propone entonces una existencia sin dimensión
metafísica, como si fuera una sucesión de vivencias instantáneas que surgen sin
razón y se agotan en la nada. El tiempo actual no tiene impacto en el futuro
final, porque tal futuro —diría— no existe. Horacio es incapaz de desear un
mundo mejor y de vivir para ello, para lo que vendrá o para los que vendrán.
El consejo
de Horacio es resbaloso. Si me permites el atrevimiento, diría que esmiserable por su egoísmo, insensato por sus
resultadose inaplicable en el contexto
de la vida humana.
Si bien los
simples mortales no tenemos conocimiento del futuro,podemos conjeturar con bastante seguridad lo
que nos va a suceder, porque hay males inexorables que nos esperan a la vuelta
del camino. Horacio nos diría que nohagamosnadaen el presente para prevenir los males que
probable o seguramente nos deparará el porvenir. Vivamos la vida hoy, ya que no
sabemos si habrá futuro.
¿Es
prudente tal modo de pensar?
Vaya a
saber por qué caminos me viene a la mente el relato bíblico de José y su
interpretación del sueño de las vacas flacas. En el sueño del faraón José supo
ver el futuro, que caería como un ladrón sobre los desprevenidos que se
entretenían “cantando al sol” y pudo aconsejar al monarca cómo anticiparse a
los males que sobrevendrían. El faraón tuvo fe en la palabra de Joséy tomó los recaudos necesarios para conjurar
la amenaza que se cernía sobre su pueblo.
También
recuerdo la fábula de la cigarra y la hormiga: Una disfrutaba del día; la otra
se preparaba para el mañana incierto, sin importarlela mirada sardónica de la cigarra postmoderna.
Cuando vino la malaria, que siempre llega, a la “piola” se la comieron los
piojos y a la “boba” le llegó el momento de cantar y brincar con los amigos.
La
decadente prédica postmoderna ha puesto nuevamente de moda la onda de vivir el
presente, vinculándola con la filosofía budista. Aprovechando este viento de cola, todos los
consejeros profesionales y los gurúsdel
saber vivir la recomiendan a troche y moche comocamino seguro a la felicidad.
El fenómeno
es comprensible si se lo ubica en el contexto de la mentalidad hedonistay cínica , descreída de todo lo que suene
ametarrelato sacrificial, mentalidad que se ha generalizado en la sociedad
contemporánea.
Vive tu
vida, que es la única que vivirás —predican como si fueran apóstoles de una fe—,
y que los que vendrán se las arreglen como puedan. Egoísmo insolidario e
irresponsable del hedonista, que vive para su gusto y su placer. Poco serio. No
digo más.
Hablemos,
mejor, del segundo modo de entender el término “diem”: la vida presente. Aquí
caben dos conjeturas: la presente es la
única vida que viviremosversus hay otra vida después que acabe la presente.
La presente nos consta; la posterior es objeto
de fe para muchos seres humanos.
El consejo
de Horacio va a resultar sensato o insensato, según la fe que se tenga en la
vida futura.
Si no
hubiera tal vida posterior, tendría razón Horacio. ¿Para qué sacrificar nuestra
vida en aras de nobles ideales que el tiempo habrá de devorar? Si el tiempo
presente no es rescatado por el tiempo definitivo de nada vale el reconocimiento
de los hombres al sacrificio de los mártires por la humanidad,la patria o la revolución, porque todas estas cosas y su memoria se
extinguen como un dibujo trazado en la arena donde van a morir las olas del mar.
Pero es
insensato vivir la vidapresente de
cualquier manera si este presente impactara en nuestro destino definitivo. Al
respecto cabría conjeturar que el tiempo definitivo será el tiempo de la
justicia, que de alguna manera pondrá las cosas en su lugar. No habrá sido, entonces, lo mismo ser derecho que torcido, leal que traidor. Como en el cuento, habrá sido inteligente vivir la vida en vistas del futuro e insensato vivirla encerrado en el presente.
Auguro para ti un año 2013 vivido de tal manera que no lo extinga el paso del tiempo
Si tienes tristeza, alégrate,
porque la Navidad es gozo.
Si tienes enemigos, reconcíliate,
porque la Navidad es paz.
Si tienes amigos, búscalos,
porque la Navidad es encuentro.
Si tienes errores, reflexiona,
porque la Navidad es verdad.
Si tienes odio, olvídalo,
porque la Navidad es amor.
Teresa de Calcuta
La Navidad es renacimiento de la esperanza en un mundo nuevo, en que los hombres tengan la oportunidad de vivir felices.
Lo deseo para ti, estimado amigo, y para todos los que llevas en tu corazón.
Feliz Navidad
Navidad es paradigma de compromiso con los pobres. Hubo y hay en mi país y en toda Latinoamérica quienes entendieron esto y obraron en consecuencia. Mi reconocimiento y mi gratitud por el hermoso ejemplo de humanidad que nos dieron con sus vidas