lunes, 6 de mayo de 2013

Bondad, justicia, caridad




 Si a mí me mandasen disponer por orden de precedencia la caridad, la justicia y la bondad, el primer lugar se lo daría a la bondad, el segundo a la justicia y el tercero a la caridad. Porque la bondad, por sí sola, ya dispensa la justicia y la caridad, porque la justicia justa ya contiene en sí caridad suficiente. La caridad es lo que resta cuando no hay bondad ni justicia.
             José Saramago: Fragmento de “Cuadernos de Lanzarote “(1993-1995)

Sin ánimo de polemizar con don José Saramago, quisiera exponer a tu  consideración mi parecer acerca de las ideas  por él expuestas en el párrafo trascripto. No le des importancia al costado crítico, sino a algunas observaciones sobre el tema que me parece importante puntualizar. Si te resultaren  útiles, me daré por bien pagado.

Verás que mi punto de vista es distinto de l de Saramago: Ambos miramos el tema en cuestión desde  conceptos de caridad que difieren diametralmente.  A ver si puedo exponerlo claramente.
 Yo creo que caridad no es lo mismo que limosna o beneficencia, como la entienden Saramago y por lo general la opinión pública. Porque caridad es amor al prójimo, amor que busca  ser con el otro, unirse a él solidariamente, comprometerse con él  para marchar juntos  hacia un destino común.. La caridad es la fuente interna de donde se originan las buenas acciones que buscan promover a todo ser humano, respetar sus derechos, aliviar su dolor, subvenir a las necesidades para él inalcanzables, restañar sus heridas del cuerpo y del alma, acompañarlo en la soledad y el abandono, solidarizarse con sus causas justas y muchas cosas más del mismo tenor. Sin caridad toda obra buena se vuelve hipocresía porque obedece a cálculos egoístas, simulando una bondad que no existe.
La beneficencia puede nacer de la caridad —y de hecho en muchas ocasiones nace de corazones generosos—, pero también de otras motivaciones, como por ejemplo, el afán de figurar o los cargos de conciencia. Esto no quiere decir que los que realizan acciones benéficas lo hagan siempre por motivos espurios como lo suponen los denostadores de la caridad.
 Discrepo con el orden de precedencia que postula Saramago.  Yo creo que todo nace de la caridad, la que se concreta en la justicia como mínimo debido y se explaya en la bondad, superando lo debido por justicia.
Bondad significa “inclinación natural a hacer el bien”.  Saramago dice que la bondad, por sí sola, ya dispensa la justicia y la caridad. Me parece que olvida algo: En todo ser humano conviven un ángel y un demonio, por lo cual aun el hombre más bueno puede caer en injusticia. Por eso no basta la bondad  para que se obre con justicia, sino que hace falta  que la conciencia la exija como un deber y que la autoridad  la concrete en leyes justas y controle su cumplimiento.
 “La justicia justa ya contiene en sí caridad suficiente”, dice el escritor. No me queda claro qué entiende por “justicia justa”, de modo que no veo qué significa  eso de  que tiene “caridad suficiente”. Ensayando una interpretación diría que  justicia justa es la que  reconoce y respeta integralmente los derechos de las personas, con lo cual cumple con el deber de caridad mínima que se le debe a los demás. Que este mínimo de caridad sea suficiente  es discutible, porque las personas sufrimos infortunios y necesidades que no atienden el derecho y la justicia. Pongamos por ejemplo: ¿Qué derecho me asiste de ser contenido ante la muerte de un hijo? Ante esta necesidad de consuelo fracasa la justicia y quien suele dar respuesta es la caridad de un corazón bondadoso.
 “La caridad es lo que resta cuando no hay bondad ni justicia”, dice Saramago, trasuntando un pobre concepto acerca de lo que significa caridad. Yo creo que la cosa es al revés: La caridad, entendida como amor al prójimo, es el alma de la bondad, la justicia y la solidaridad. La justicia es caridad cristalizada en derechos. La bondad es caridad hecha hábito. La solidaridad es caridad hecha compromiso con la justicia social. Entenderla como un residuo de baja calidad que disimula la falta de bondad y de justicia es juzgarla desde el prejuicio de una ideología que, como toda ideología, es pensamiento en pugna que busca descalificar a su adversario. Por otra parte, en el curso de la historia la caridad ha  dado nacimiento a nuevas  exigencias de la justicia: Muchos de los que hoy son   derechos fueron originariamente  actos de generosidad  de personas caritativas. Es por lo menos sugestivo que el creador del concepto y la expresión “justicia social” y el primer promotor de cambios en ese sentido  haya sido un sacerdote jesuita del siglo diecinueve.
 Con todo respeto por el insigne escritor, yo prefiero adherirme a la idea de San Agustín: “Ten caridad en tu corazón y haz lo que quieras”. Yo lo entiendo así: Si tienes un corazón caritativo, serás necesariamente bondadoso (buscarás el bien de todos) y justo (respetarás lo que se le debe a cada uno según sus derechos). Si no fuera así, simplemente no tendrías caridad sino egoísmo, indiferencia u odio. Más que un resto miserable, la caridad es el alma de la justicia y la bondad. Sin esa virtud, la bondad y la justicia no tienen calidad humana. Cuando no hay caridad la justicia  es mero cumplimiento de normas externas y la bondad, hipocresía.
Al menos así lo veo yo, aunque bien puede suceder que me equivoque.
Gracias por tu amable atención
                                                                                                        Raúl Czejer
 


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