Si a mí me mandasen disponer por orden de
precedencia la caridad, la justicia y la bondad, el primer lugar se lo daría a
la bondad, el segundo a la justicia y el tercero a la caridad. Porque la
bondad, por sí sola, ya dispensa la justicia y la caridad, porque la justicia
justa ya contiene en sí caridad suficiente. La caridad es lo que resta cuando
no hay bondad ni justicia.
José
Saramago: Fragmento
de “Cuadernos de Lanzarote “(1993-1995)
Sin ánimo de polemizar con don José Saramago, quisiera exponer a tu consideración mi parecer acerca de las
ideas por él expuestas en el párrafo trascripto.
No le des importancia al costado crítico, sino a algunas observaciones sobre el
tema que me parece importante puntualizar. Si te resultaren útiles, me daré por bien pagado.
Verás
que mi punto de vista es distinto de l de Saramago: Ambos miramos el tema en
cuestión desde conceptos de caridad que
difieren diametralmente. A ver si puedo exponerlo
claramente.
Yo creo que caridad no es lo mismo que limosna o
beneficencia, como la entienden Saramago y por lo general la opinión pública. Porque
caridad es amor al prójimo, amor que busca
ser con el otro, unirse a él solidariamente, comprometerse con él para marchar juntos hacia un destino común.. La caridad es la
fuente interna de donde se originan las buenas acciones que buscan promover a
todo ser humano, respetar sus derechos, aliviar su dolor, subvenir a las
necesidades para él inalcanzables, restañar sus heridas del cuerpo y del alma,
acompañarlo en la soledad y el abandono, solidarizarse con sus causas justas y
muchas cosas más del mismo tenor. Sin caridad toda obra buena se vuelve
hipocresía porque obedece a cálculos egoístas, simulando una bondad que no
existe.
La
beneficencia puede nacer de la caridad —y de hecho en muchas ocasiones nace de
corazones generosos—, pero también de otras motivaciones, como por ejemplo, el
afán de figurar o los cargos de conciencia. Esto no quiere decir que los que
realizan acciones benéficas lo hagan siempre por motivos espurios como lo
suponen los denostadores de la caridad.
Discrepo
con el orden de precedencia que postula Saramago. Yo creo que todo nace de la caridad, la que
se concreta en la justicia como mínimo debido y se explaya en la bondad,
superando lo debido por justicia.
Bondad
significa “inclinación natural a hacer el bien”. Saramago dice que la bondad, por sí sola, ya
dispensa la justicia y la caridad. Me parece que olvida algo: En todo ser
humano conviven un ángel y un demonio, por lo cual aun el hombre más bueno
puede caer en injusticia. Por eso no basta la bondad para que se obre con justicia, sino que hace
falta que la conciencia la exija como un
deber y que la autoridad la concrete en
leyes justas y controle su cumplimiento.
“La
justicia justa ya contiene en sí caridad suficiente”, dice el escritor. No me
queda claro qué entiende por “justicia justa”, de modo que no veo qué
significa eso de que tiene “caridad suficiente”. Ensayando una
interpretación diría que justicia justa
es la que reconoce y respeta
integralmente los derechos de las personas, con lo cual cumple con el deber de
caridad mínima que se le debe a los demás. Que este mínimo de caridad sea
suficiente es discutible, porque las
personas sufrimos infortunios y necesidades que no atienden el derecho y la
justicia. Pongamos por ejemplo: ¿Qué derecho me asiste de ser contenido ante la
muerte de un hijo? Ante esta necesidad de consuelo fracasa la justicia y quien
suele dar respuesta es la caridad de un corazón bondadoso.
“La
caridad es lo que resta cuando no hay bondad ni justicia”, dice Saramago, trasuntando
un pobre concepto acerca de lo que significa caridad. Yo creo que la cosa es al
revés: La caridad, entendida como amor al prójimo, es el alma de la bondad, la
justicia y la solidaridad. La justicia es caridad cristalizada en derechos. La
bondad es caridad hecha hábito. La solidaridad es caridad hecha compromiso con
la justicia social. Entenderla como un residuo de baja calidad que disimula la
falta de bondad y de justicia es juzgarla desde el prejuicio de una ideología
que, como toda ideología, es pensamiento en pugna que busca descalificar a su
adversario. Por otra parte, en el curso de la historia la caridad ha dado nacimiento a nuevas exigencias de la justicia: Muchos de los que
hoy son derechos fueron
originariamente actos de generosidad de personas caritativas. Es por lo menos
sugestivo que el creador del concepto y la expresión “justicia social” y el
primer promotor de cambios en ese sentido
haya sido un sacerdote jesuita del siglo diecinueve.
Con
todo respeto por el insigne escritor, yo prefiero adherirme a la idea de San
Agustín: “Ten caridad en tu corazón y haz lo que quieras”. Yo lo entiendo así: Si
tienes un corazón caritativo, serás necesariamente bondadoso (buscarás el bien
de todos) y justo (respetarás lo que se le debe a cada uno según sus derechos).
Si no fuera así, simplemente no tendrías caridad sino egoísmo, indiferencia u
odio. Más que un resto miserable, la caridad es el alma de la justicia y la
bondad. Sin esa virtud, la bondad y la justicia no tienen calidad humana.
Cuando no hay caridad la justicia es
mero cumplimiento de normas externas y la bondad, hipocresía.
Al
menos así lo veo yo, aunque bien puede suceder que me equivoque.
Gracias
por tu amable atención
Raúl Czejer
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