La voz del silencio
Apocalipsis
Deduje entonces que en el ruido no aprendemos lo que somos o aprendemos lo que no somos y me propuse entonces ignorar sus enseñanzas y en adelante escuchar solamente lo que el silencio tuviera que decirme.
Borré de mi mente la montaña de palabras que
escuchara en las habladurías de la gente, en la cháchara de los medios y en los gritoneos
de las bandas musicales. Y olvidé el tronar de las máquinas, el rugir de los motores, los sonidos del bosque y el rumor del agua en el
arroyo…
Después de mucho esfuerzo pude desprenderme de
la algarabía del mundo y quedar a solas con el silencio a la espera de que su voz me dijera lo que
soy.
El silencio nada dijo. De repente me vino a la
memoria la fragilidad de la caña de Pascal.
Aprendí
entonces que soy nada, como el silencio, que sin decir una palabra me
puso en la presencia del fondo de mi ser. Y comprendí qué es existir. Desde
entonces, he llegado a ser para mí mismo un gran interrogante y busco una
respuesta más allá del silencio y de la nada.
Gracias por tu amable atención.
Raul Czejer
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