sábado, 30 de julio de 2011

Conciencia

                                                 Por qué a mí

Mañana cuando amanezca habré llegado a lo que nunca esperé ni imaginé en el peor de los delirios. Tirado en la caja de un camión adoquinero, cara al cielo, medito sobre mi mala suerte, mientras las nubes pasan ante mis ojos sobre el fondo de un cielo azul turquesa. Retrocedo en el tiempo  y estoy ahora sentado en un vagón desvencijado y polvoriento del tren que, según dicen, me dejará en Catamarca, si es que antes no se desarma por el camino. A través de los vidrios sucios de las ventanillas veo cómo pasan en sucesión interminable los campos yermos de La Rioja, cuya monotonía apenas se quiebra cuando aparece un algarrobo solitario o un mistol, o alguna cabra sufrida ramoneando las jarillas.

Ayer nomás debí emprender este viaje impensado hacia la nada. No esperaba ese desenlace, pero las circunstancias no me habían dejado opción. Todo se precipitó cuando ella se dio cuenta de que faltaba plata en el boliche. Nunca la había visto tan furiosa, tanto que temí por mi vida. Cuando vi brillar en sus manos la cuchilla de cortar la mortadela, comprendí que debía emprender la retirada si quería salvar el pellejo. Ni tiempo de armar mis petates me dejó la sisebuta. Como pude manoteé mi campera y unos pesos y salí como alma que lleva el diablo, procurando poner distancia entre mi seguridad y su iracundia. En mi loca carrera fui a dar a la estación Retiro, del Belgrano. No lo pensé dos veces y sin medir las consecuencias me embarqué hacia Catamarca, sin dejar rastro alguno, por si acaso.

Y aquí estoy, en este sucio vagón, con unos pocos pesos en el bolsillo y preguntándome qué voy a hacer en un pueblo perdido en la montaña con mi oficio de escritor. Para espantar los malos pensamientos contemplo uno por uno los rostros curtidos e impasibles de mis compañeros de travesía y me digo: “Ya veré. Algo sucederá  y podré zafar de esta encerrona en que me arrojaron mi vida loca y la intemperancia de mi mujer. Siempre he tenido confianza en mis habilidades de timbero; para algo me habrán de servir”. Yo escribo para revistas del corazón, pero con sólo eso me moriría de hambre, así que me las rebusco en el casino. Me parece mentira lo que me ha pasado, a mí, que soy más bueno que el pan. Pienso y repienso en mis posibilidades y de pronto se me hace la luz: Voy a vender churros  con poesía a los devotos de la Virgen del Valle. Imagino churros con formas poéticas para enamorados, para chicos, para conquistar a una mujer y cosas así. Parece loco, pero me tengo fe.

Un barquinazo  me hace volver a mi presente de viajero  en la caja del camión. Pero pronto retorno al recuerdo de los acontecimientos que me condujeron hasta aquí.

De pronto el tren se detuvo. Afuera todo era  sol ardiente, tierra reseca y silencio.

—¿Qué estará pasando? —nos preguntamos los viajeros, al tiempo que nos asomábamos por las ventanillas.

—Ahí viene el guarda —dijo un petizo con cara de turco

—¿Qué pasa, maestro? —le pregunté. El  miró su reloj y con toda tranquilidad me respondió, como si hablara de la lluvia que cayó el domingo

—La máquina está rovinada —sentenció, denunciando su origen italiano—. Habrá que tenere paciencia.

—¿Y ahora qué hacemos? —le pregunté sabiendo que no había más remedio que esperar

—Jueguen a las cartas.

No nos pareció malo el consejo. Por suerte algunos mazos había, así que pronto se formaron varios grupos de jugadores. Truco, chinchón, escoba, tute cabrero, según el gusto de cada grupo. Yo me prendí en el truco. Al rato la cosa se había puesto calentita y se me ocurrió que había que ponerle más adrenalina.

—Muchachos —a esta altura todos éramos chanchos del mismo chiquero—, ¿qué les parece si jugamos por unos pesos? Así tiene más sabor y nos divertimos a lo grande, como en el casino.

Les pareció bien. “A mi juego me llamaron”, me dije, mientras me frotaba siniestramente las manos. Al rato nomás los había esquilmado a todos. Pero no contaba con el Tape Medina —nombre que aprendí después—, al que no le gustaba perder su plata.

—Usté es un sinverguenza y nos ha hecho trampa —me dijo y se levantó con el facón en la mano, que más que facón parecía el sable de San Martín, de tan largo que era.

—Mire, amigo, estamos jugando para divertirnos y pasar el rato. Si  le pareció que no hubo juego limpio, que cada uno tome su plata y aquí no ha pasado nada.

—Yo no soy su amigo. Usté nos ha ofendido tomándonos el pelo y pa mí las ofensas se lavan con sangre —contestó el Tape al tiempo que se me venía al humo cuchillo en mano. A mí me pareció que estaba viviendo un dejavú y que la historia se estaba repitiendo.Yo soy buen timbero pero no me veo en un enfrentamiento a cuchillo con un pendenciero de ley. Traté de defender mi honestidad con todos los argumentos que se me ocurrieron, pero el Tape era un toro embravecido que resoplaba por las narices y me miraba como queriendo fulminarme. En un santiamén arrebaté unos pesos y me lancé de cabeza  por la ventanilla abierta. Rodé por el terraplén y aunque me dolían varios huesos me alejé corriendo a campo traviesa, con los ojos del Tape quemándome la nuca. A la media hora encontré una ruta —luego supe que era la 38—. Un camionero se apiadó de mí y aquí estoy, mirando pasar las nubes blancas y esperando  llegar a Catamarca.

Tirado en la caja del rodado me pregunto por qué será que en todas partes termino corrido por algún iracundo, pero no encuentro la respuesta. ¿Por qué me tiene que suceder esto a mí? No hay caso, bien dicen que unos nacen con estrella y otros nacen estrellados. Yo soy de los últimos.

                                                                                    Raúl Czejer































miércoles, 20 de julio de 2011

Di a tus amigos cuánto los quieres





Gabriel García Márquez, ante la perspectiva de que el último día estaba cercano, reflexiona sobre cómo actuaría si volviera a vivir, a la luz de lo que realmente importa cuando miramos las cosas desde la instancia definitiva. "Demuestra a tus amigos y seres queridos cuánto te importan" , nos dice.

                                            

                             
                                 Desde el último día


Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera.

Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse!

A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.

Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.

Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría 'te quiero' y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.

Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles 'lo siento', 'perdóname', 'por favor', 'gracias' y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos y seres queridos cuánto te importan
.                                                                     
                                                                3 de abril de 2007
                                                            






Día del Amigo

Seguro sabes que hoy, en Argentina, Uruguay, Brasil y España, celebramos el Día del Amigo. Te saludo como tal y te deseo todo el bien que anhelas en lo profundo de tu corazón.
Me pareció que las siguientes reflexiones de J.L. Borges, al parecer motivadas por el alejamiento de un amigo, ubican bien este sentimiento en el contexto de la vida humana.
Espero te gusten estas palabras del poeta.


Carta a un amigo

"…No hay ninguna razón para que dejemos de ser amigos…"
Jorge Luis Borges


Querido amigo:

Te aprecio mucho. Me gusta que estés ahí para que me escuches, o para que nos divirtamos, para compartir momentos, pero también me gusta que me cuentes cómo te sientes y cómo te van las cosas. Lo cierto es que me siento incómodo cuando dices que un amigo es quien está ahí cuando lo necesitas, cuando no tienes a nadie. Puede que tengas la razón pero esa frase me suena a desesperación, situación crítica, dependencia. Todos queremos poder contar con alguien, pero no podemos confiar en que alguien nos haga de bastón. Para evitar complicaciones y ser más prácticos, el grado de compromiso y exigencia es con uno mismo. Es uno quien no tiene que fallarse.

Ser amigos no implica que yo tenga que decirte todo lo que quieras escuchar, es decir, puedo mostrarte mi desacuerdo. Es más, prefiero que sea así. Si asintiera en todos tus decires hasta resultaría un poco hipócrita. Que tú me escuches puede ser para recibir tus consejos, para que veas cómo pienso, pero también puede ser para yo quitarme un peso de encima, para que al contártelo todo me parezca distinto. Pero sobre todo para que me acompañes en mi decir, no para que me juzgues, ni me impongas.

A veces te enfadas porque yo no hago lo que tú esperabas. Por eso me gustaría que lo que quisieras hacer por mí fuese a cambio de nada, es decir, que tus acciones no fuesen para establecer una relación comercial: "si tú me das uno, yo te doy uno, si yo no te doy tú no me das". Me gustaría que tus acciones no fuesen para hacerme sentir en deuda contigo. Me gustaría que tus acciones no fuesen para someterme a ti, ni para tiranizar la relación. En fin, no esperes nada de mí ni me idealices porque luego la decepción será mayor. Ni des por supuestas obligaciones, ni derechos.

¿Sabes por qué somos amigos? ¿Sabes por que nos unimos a unas personas y no a otras? Las relaciones humanas acontecen bajo el denominado proceso de identificación. Las relaciones entre las personas funcionan a modo de espejo: sólo si somos capaces de reconocernos en ese espejo estableceremos relación con esa persona. Nos relacionamos con quien nos identificamos, sea para aceptarlo o para rechazarlo. De manera que todo ser humano nos identificamos a los otros cuando hallamos en ellos rasgos de: lo que fuimos, lo que somos, lo que nos gustaría ser, del padre protector, de la madre nutríz. Nos podemos identificar a la ideología, a una imagen, aun recuerdo, a una mirada, aun proyecto, a una situación celosa…

Pocas veces hay razón suficiente para romper una amistad. Lo que pasa es que no todo el mundo está dispuesto a reconocer que se equivoca o que comete errores. Hay quien prefiere quedarse solo e insatisfecho antes que reconocer que el otro tiene la razón.

Un beso desde la distancia geográfica pero no emocional.

martes, 5 de julio de 2011

Cielo nuevo y tierra nueva

    
"Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar no existía ya (...). Ya no había muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior había pasado"
                                                                                   Apocalipsis, 21
                                                                        
                                                           



"Hoy nos encontramos en una nueva fase de la humanidad. Todos estamos regresando a nuestra casa común, la Tierra: los pueblos, las sociedades, las culturas y las religiones. Intercambiando experiencias y valores, todos nos enriquecemos y nos completamos mutuamente. (…)
(...) Vamos a reír, a llorar y a aprender. Aprender especialmente cómo casar Cielo y Tierra, es decir, cómo combinar lo cotidiano con lo sorprendente, la inmanencia opaca de los días con la trascendencia radiante del espíritu, la vida en plena libertad con la muerte simbolizada como un unirse a los antepasados, la felicidad discreta de este mundo con la gran promesa de la eternidad. Y al final habremos descubierto mil razones para vivir más y mejor, todos juntos, como una gran familia, en la misma Aldea Común, bella y generosa, el planeta Tierra."
Leonardo Boff: "Casamento entre o céu e a terra". Salamandra, Rio de Janeiro, 2001.pg09



La conjunción de cielo y tierra se realiza en ti y desde ti se proyecta al mundo. Sin ti, sin tu mirada compasiva y la caricia de tus manos, no hay cielo en la tierra, sino infierno y odio. Tú haces que tus hermanos sean felices o desdichados.


"No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido" (Pedro Arrupe)


"Dios no tiene otro cuerpo que el tuyo y no tiene manos sino las tuyas. Sus únicos pies son los tuyos y tuyos los ojos con que su compasión mira al mundo. Tuyos son los pies con los que camina para ir haciendo el bien, tuyas las manos con que ahora nos tiene que bendecir"           
                                                                                        Teresa de Avila 


                                               

Dios no está allá, en su cielo, desvinculado de la tierra y de la suerte de los hombres. Donde hay alguien que lucha por amor al otro y se sacrifica por su bien, allí está, dándole valor de eternidad.